Considero que esta novela aporta dos cosas: emoción y conocimiento. A través de una bella historia de amor, nos sumerge en la realidad de un pueblo, el saharaui, cuyo conflicto perdura en el tiempo y yace acallado mediáticamente, al igual que ocurre con otros pueblos, como el palestino o el tibetano. Hemos recibido, en alguna ocasión, referencias hacia lo saharaui, mas, casi siempre, de un modo superficial. Adentrarse en el conocimiento de su historia, su espera, su anhelo de libertad, es una enseñanza que contiene universales humanos. Sentir la dignidad de una persona, de un pueblo, es sentir el latido de la humanidad toda. Algo que nos une más allá de las fronteras temporales, espaciales, culturales o ideológicas. El amor, como siempre, tiene la llave.
Considero que esta novela aporta dos cosas: emoción y conocimiento. A través de una bella historia de amor, nos sumerge en la realidad de un pueblo, el saharaui, cuyo conflicto perdura en el tiempo y yace acallado mediáticamente, al igual que ocurre con otros pueblos, como el palestino o el tibetano. Hemos recibido, en alguna ocasión, referencias hacia lo saharaui, mas, casi siempre, de un modo superficial. Adentrarse en el conocimiento de su historia, su espera, su anhelo de libertad, es una enseñanza que contiene universales humanos. Sentir la dignidad de una persona, de un pueblo, es sentir el latido de la humanidad toda. Algo que nos une más allá de las fronteras temporales, espaciales, culturales o ideológicas. El amor, como siempre, tiene la llave.
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